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Un dirigible o zepelín es un aerostato autopropulsado y con capacidad de maniobra para ser manejado como una aeronave.[1][2] La sustentación aerostática se logra mediante depósitos llenos de un gas de menor densidad que la atmósfera circundante, por lo general hidrógeno, pero modernamente helio por tratarse de un gas no inflamable, aunque un poco menos ligero. Difiere de la sustentación aerodinámica, obtenida mediante el movimiento rápido de un perfil alar, como en el ala de un aeroplano o las aspas de un helicóptero.
Fue el primer artefacto volador capaz de ser controlado en un vuelo de larga duración. Su uso principal tuvo lugar aproximadamente entre 1900 y la década de 1930, para disminuir paulatinamente cuando los aeroplanos superaron sus capacidades y tras haber sufrido varios accidentes de relevancia; el más notable de los cuales fue sin duda el incendio del dirigible Hindenburg de hidrógeno en 1937.[3] Actualmente se utilizan en una serie de aplicaciones secundarias, especialmente publicidad, pero no al transporte de mercancías ni pasajeros, son más pequeños y se recurre solamente como gas al helio.